Nos adentramos en el funcionamiento de algunas de las características de la cámara fotográfica que nos permiten controlar el resultado de la foto que tomamos. Si lo que queremos es decidir cómo debe ser la foto que hacemos y decirle a la cámara qué es lo que debe hacer cuando disparamos (lo que implica pasar de programas automáticos) hay que tener en cuenta algunos parámetros, uno de los cuales es la velocidad de obturación.
Antes de continuar, debemos señalar que jugar con la velocidad de obturación (como pasa con otras características de las cámaras) implica un aprendizaje con su consecuente prática. Vale la pena pasar por ello ya que al hacerlo se abren las puertas de nuestra creatividad al poder conseguir múltiples efectos. En este capítulo hablaremos primero del concepto y sus implicaciones en el resultado de la fotografía, seguiremos con algunas características técnicas y finalizaremos con una propuesta práctica.
El concepto. Jugar con la velocidad de obturación.
En fin, sin ánimo de daros más la lata, hablemos de la velocidad de obturación. Ésta es, simplemente, la velocidad a la que se abre y se cierra el obturador de una cámara. El obturador no es más que el dispositivo que regula el tiempo durante el cuál le llega luz al sensor (o película) de la cámara. ¿Recuerdas que la fotografía es pintar con la luz?
De buenas a primeras debemos quedarnos con el concepto de que a mayor velocidad de obturación (más velocidad con la que el obturador se abre y se cierra), menos luz llegará al sensor o película de la cámara. Por el contrario, a menor velocidad de obturación (menos velocidad con la que el obturador se abre y se cierra), más luz llegará al sensor o película. Lógico, ¿verdad?
De lo mencionado anteriormente se desprenden varias consecuencias. Una de ellas es que en condiciones de escasa iluminación, una manera (de muchas posibles) de conseguir que llegue la suficiente luz al sensor sería disminuir la velocidad de obturación. Por ejemplo, en interiores, atardeceres, noche, etc. O en el caso opuesto, cuando hay mucha luz, subiremos la velocidad de obturación para que no se nos queme la fotografía.
Además de utilizarla para que nuestra fotografía esté bien expuesta, podemos someterla a nuestra creatividad. Ejemplos de ello serían los siguientes:
Congelar la imagen. Conseguimos que todos los elementos de la fotografía estén estáticos, inmóviles. Puede ser un efecto interesante en fotografía de deporte (p.ej.: deportista en la ejecución de un movimiento), de naturaleza (p.ej.: el vuelo de un pájaro), etc. Se consigue con velocidades altas. Otro ejemplo es la siguiente foto:
Captar el movimiento: Algunos o todos los elementos de la foto no estan perfectamente definidos, dejan una estela a su paso. Da sensación de movimiento e incluso de velocidad. Se consigue con velocidades bajas. Un ejemplo sería esta fotografía tomada desde un coche en marcha de la que hablamos en su momento. Aquí la podéis volver a ver:
Efecto seda: Ya hablamos de éste con un ejemplo práctico. Se consigue fotografiando agua en movimiento con una velocidad baja. Aquí otro ejemplo de alfonstr:
Pintar (literalmente) con la luz: Como vimos en este post. A velocidades muy bajas, podemos utilizar un elemento que desprenda luz para realizar dibujos en el aire. Ejemplo del ya comentado por aquí Eric Staller:
Mañana cerramos este capítulo con algunos aspectos técnicos y las prácticas correspondientes…
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