Con la llegada de la fotografía digital se abría un mundo por explorar para la gran mayoría de aficionados: la edición de imágenes. Hasta entonces bastaba con llevar el carrete al laboratorio más próximo para obtener copias impresas. Algo muy sencillo pero en el que la participación era limitada a elegir en papel brillo o mate, pero poco más. No había opciones creativas o de mejora si no pisábamos un laboratorio profesional o nos aventurábamos a realizar el positivado de modo casero, con el engorro de los químicos, las cubetas, etc.
En la fotografía digital, este campo es, precisamente el que más se ha transformado. Hasta el punto que muchos ni pisamos un laboratorio ni para el revelado digital. Ahora, con los archivos que almacenamos en las tarjetas de memoria, nos vemos explorando un nuevo mundo, estimulante y totalmente participativo, en el que nosotros somos los que decidimos el resultado final de nuestras propias fotos.
Para ello, nos tenemos que servir de una herramienta hoy día tan cotidiana en los hogares como un frigorífico o un televisor: el ordenador personal. Para muchos aficionados, la fotografía digital ha supuesto su primer acercamiento serio al mundo de la informática y para otros tantos, ampliar su campo de conocimiento en este terreno. El caso es que, algo tan simple como abrir un archivo de imagen en un editor de imágenes nos abre un universo de posibilidades de interacción con la imagen bidimensional, que hace de la fotografía digital una de las aficiones más velozmente extendidas del nuevo siglo XXI.
Como digo, la posibilidad de editar nuestras fotografías, por muy simple que sea el proceso, supone un enorme estímulo, en el que prolongamos el acto fotográfico, más allá del simple disparo, para obtener un resultado más satisfactorio, y al menos, con la opción de personalizarlo, que antes no existía (de forma generalizada).
La edición de imágenes puede partir y acabar en la propia cámara. No siempre es necesaria la intervención de nuestra computadora. Podemos recortar, mejorar y hasta imprimir copias de nuestras fotos directamente con la cámara. Pero es cierto, que si queremos tener algo de control y maximizar el resultado más óptimo, tenemos que editar las imágenes digitalmente en el ordenador.
Algo tan simple como mejorar una imagen subexpuesta, aumentar el contraste, eliminar el molesto efecto de ojos rojos o recortar adecuadamente hoy día es una acción cotidiana. El resto, lograr efectos visuales, virados y otras opciones creativas, son el paso de más que tenemos la opción de tomar si nos gusta la edición digital.
La herramienta principal es un ordenador personal, pero además necesitamos contar un programa que nos ayude a lograr la edición de las imágenes. Podemos usar el software gratuito que suele acompañar a nuestra cámara cuando la adquirimos, o bien barajar otras opciones, dependiendo de nuestros gustos y nuestros objetivos y exigencias. Hoy en día existe un amplio abanico de posibilidades, tanto en software de escritorio gratuito (como ya os hemos contado), como online (que también hemos recomendado), a través de servicios de internet que nos facilitan desde las tareas más sencillas a otras más complejas, e incluso el almacenamiento y la posibilidad de compartirlas con otros aficionados.
Pero centrándonos en la edición digital de imágenes, las tareas más comunes que se suelen llevar a cabo y que supondría una edición básica, y en muchos casos recomendables (sobre todo para mejorar los resultados obtenidos con sencillas cámaras compactas) son las siguientes:
- Enfoque. Podemos aumentar la nitidez de las fotografías, a menudo necesario si hemos tomado la imagen en modo automático.
- Subexponer o sobreexponer. Para oscurecer o aclarar las fotos tomadas en condiciones de luz complejas.
- Recorte y rotación. Para enderezar o eliminar elementos de la composición y encuadrar adecuadamente.
- Color. Podemos aumentar la viveza de los colores obtenidos o, por el contrario, desaturar la imagen para obtener el resultado en blanco y negro.
- Contraste. Es algo muy simple que mejora enormemente el resultado en la mayor parte de las imágenes obtenidas.
- Eliminar ojos rojos. Algo tan molesto como el efecto producido cuando disparamos con flash se puede eliminar con herramientas de uso muy simple y rápido.
- Renombrar y almacenar. Podemos añadir un nombre que nos sirva para tener ordenado nuestro archivo de imágenes y almacenarlo adecuadamente, así como guardar una copia a menor tamaño y resolución para visualización rápida o para compartir por correo electrónico.
Muchos de estos procesos los podemos lograr de forma automática, ya que casi todo los programas nos ofrecen esta opción de automatizar las mejoras más básicas. Pero si no nos conformamos con esto y queremos ir un paso más allá, podemos realizar otras operaciones habituales como:
- Aplicar filtros. Para lograr efectos desde sencillos a otros más complejos que transformen la imagen original.
- Aplicar máscaras con capas. Con las que podemos sacar el máximo partido a la totalidad de la imagen o de forma local, como suavizar el enfoque de un retrato.
- Eliminar ruido. Con el que intentamos disimular el ruido, ese granulado en forma de píxeles contrastados que suele ser molesto en zonas oscuras de la imagen. Aunque podemos disimularlo, también podemos potenciarlo para lograr otros efectos.
- Cambios de color. Podemos transformar los colores originales por otros para alcanzar resultados distintos. Además de lograr virados de la imagen a monotonos, bitonos, etc.
- Eliminación y clonado de elementos. A veces queremos borrar algunos objetos o elementos de nuestro encuadre o bien queremos repetirlos con algún fin. Hoy día es muy sencillo gracias al progreso de las herramientas de edición.
- Catalogación, geoetiquetado, conversión de formatos de archivo. Podemos añadir etiquetas, ampliar los datos EXIF e incluir los datos de geoposicionamiento a la hora de almacenar nuestras imágenes de forma útil, además de guardar copias de seguridad y convertirlas en otros formatos (JPEG, TIFF, PSD, DNG,...).
- Otras: panorámicas, HDR (imágenes de alto rango dinámico), enmarcar, incluir marcas de agua, etc. Operaciones que logran llevar más allá la imagen original y aumentar el nivel de personalización de las mismas.
Existen otras muchas operaciones en el proceso de edición de fotografías, pero todas ellas están destinadas a sacar el máximo partido de los resultados obtenidos con nuestra cámara. Dejamos para un apartado más avanzado de nuestro curso de fotografía, todo lo concerniente al revelado digital a partir de archivos RAW (programas, opciones), así como operaciones más concretas y avanzadas que se pueden aplicar con herramientas más potentes y algo más de habilidad y experiencia en la edición de imágenes digitales.
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